Me gusta la palabra “Profesor”, ahora se utiliza mucho lo de monitor, instructor, entrenador etc. Pero al final creo que la palabra Profesor define muy bien la labor de “esa persona” que por vocación enseña algo que le gusta, o incluso que le apasiona. Hubo alguien que una vez me dijo que él se definía como entrenador y no como profesor, puesto que a él no le gustaba enseñar a los que no tenían un cierto nivel, si no que prefería entrenar a los que ya  tenían nivel para  llevarlos directamente al mundo de la competición. El entrenador según sus palabras era un escalón más arriba del simple profesor. Incluso lo despreciaba diciendo que su enseñanza es  exclusivamente valida  para las clases de iniciación, pero no para la alta competición. En fín, aunque para mí fué mi maestro durante muchos años, siempre estuve en contra de esa reflexión.Tanto es así que yo le replicaba diciéndole; “pues esa actitud no creo que sea la de un buen profesor”. Puesto que para mí "Un buen profesor debe sacar lo mejor de cada alumno y del caballo formando así un buen binomio".Independientemente de los objetivos y de si el alumno va a competir, entrenar en una disciplina, o simplemente quiere disfrutar de un paseo. 

Aunque por aquel entonces yo era muy joven y transmitía mis argumentos con gran vehemencia porque  pensaba que quizás podría convencer a mi maestro e  insistía con argumentos como"Es más, difícilmente creo que se pueda ser un buen entrenador sin ser un buen profesor. Lo único que lo diferencia bajo mi opinión, son los objetivos a alcanzar. Entrenador quizás se le podría llamar al profesor que entrena al binomio para competir en una disciplina con unos objetivos a alcanzar y profesor es áquel que enseña el deporte de la equitación sin unos objetivos de competición marcados. Pero eso a mi modo de ver no tiene nada que ver con el nivel técnico del alumno. Porque puedes toparte con un alumno que como  jinete tiene un  alto nivel técnico pero que no le llame la atención el subirse o no a un podium. Por tanto para mi gusto una persona que tiene vocación de profesor le encanta y disfruta transmitiendo sus pocos o muchos conocimientos. Valora cada pequeño avance conseguido y su mayor triunfo es conseguir alcanzar las ilusiones o metas de cada alumno. Y no reflejar sus propias frustraciones y/o ambiciones en sus alumnos, marcando objetivos inalcanzables en muchos casos, que lo único que consiguen es la frustración por ambas partes (la del binomio y la del propio entrenador).

En fín cada maestrillo tiene su librillo y quizás os sirva de algo tanto a profesores noveles como a jinetes que buscan un profesor en el que confiar, las pautas que para mí debería de cumplir un buen docente del deporte de la equitación a la hora de enseñar cualquier disciplina ecuestre.

1. Crear confianza. Base fundamental para garantizar la seguridad. Nunca pedir más de lo que el binomio puede dar. Empezar de poco a más y de fácil a difícil. Sobrepasarse y pedir algo demasiado pronto, destruye la confianza y por tanto pone en peligro la seguridad.

2. Ser paciente. Cualidad recomendable de un docente en general. En hípica es indispensable. Ir despacio es ir deprisa.

3. Respetar al alumno. Hace mucho que la formación ecuestre dejó de estar en manos exclusivamente de técnicas militares ( no por ello digo que los militares no sean buenos docentes, que los hay y muy buenos). Me refiero a la técnica de obedecer por sistema sin cuestionar "al mando", aliñado con gritos humillantes y/o ridiculizantes por parte de algunos docentes militares o no de la antigua escuela ecuestre, que utilizaban esas técnicas autoritarias y que por suerte ya no son muchos pero  que yo viví en mis propias carnes.

4. Conocer al binomio. Marcar objetivos del alumno y aptitudes del caballo. Es la manera de alcanzar objetivos reales. Si ambos quieren y pueden, llegaremos lejos.

5. Ser sincero. Tanto para lo bueno como para lo malo, tanto del alumno como de uno mismo. Decir la verdad creará fuerte confianza del alumno hacia el profesor. El Profesor no es infalible y no pasa nada por decir de “esto” es mejor que me informe por que no estoy seguro o yo no te puedo enseñar a saltar en el campo, hago salto en pista o para la San Jorge yo no te puedo preparar por que no sé hacer cambios de pie a un tranco.

6. Valorar en su justa medida. Elogiando el trabajo bien hecho y recordando lo que hay que mejorar. Ni todo lo que hace el alumno está bien (adulación a veces excesiva por parte del profesor para mantener su clientela) ni todo está mal (algunos piensan que así dejan muy clara su superioridad, aunque simplemente es un complejo y falta de seguridad en sí mismo)

7. Estar en continua formación. El docente debe estar siempre formandose, conociendo nuevas técnicas, ampliando conocimientos, contrastando nuevos métodos, etc. Del maestro Arthur Kottas siempre se puede aprender

8. Ser creativo. Por muy buen profesor que uno sea todo se vuelve rutina. Sorpender al alumno transmitirle nuevas técnicas y nuevos retos nos ayudarán a mantener su curiosidad por conocer más. De ahí la importancia de estar en continua formación.

9. Elogiar siempre al binomio. El jinete tendrá más confianza en sí mismo. También potenciaremos un estilo de comportamiento del jinete hacia el caballo. Ante el trabajo bien realizado el jinete y el caballo (binomio) reciben su elogio.

10. Por último ser conscientes de que no sólo estamos transmitiendo la técnica de un deporte si no un modo de entender y resolver situaciones. Es una manera de actuar ante la vida en general y si podemos ayudar en ello quizás sea una de las mayores satisfacciones que pueda obtener un simple “Profesor”.

 

31 julio 2014 — Patricia Rauch
Etiquetas: Equitación